Esta
última semana no tiene desperdicio. Ha sido una auténtica locura, de verdad. Os
contaré un poco como ha sido mi experiencia del JsiF este año. A3cL nació hace
ya tiempo, no se llamaba así, pero era una idea parecida de la que siempre he
tenido pendiente escribir. Durante el mes de agosto he estado muy agobiada por
todo lo que tenía que hacer, véase practicar con mis instrumentos para llevar
un buen nivel a la escuela de música, quedar por las tardes con la pandilla de
mi pueblo, hacer recados, limpiar, dibujar y por las noches, escribir. Como
veía que solo tenía tiempo de hacerlo por la noche y que dependía totalmente de
la inspiración me marqué una pauta: 1000 palabras a la noche, o no te vas a
dormir. Así que independientemente de que fueran las tres de la madrugada, las
cinco o las ocho, tenía que cumplir o no me sentía a gusto. El problema de todo
esto es que escribía las cosas forzada, sin disfrutar, sin entrar en los
personajes como debiera. Releía lo escrito y me daba golpes en la cabeza,
porque era auténtica basura.
Así que
en un momento de locura, cuando ya había llegado a mi casa en Madrid, borré
todo lo escrito. Literalmente. Seleccioné desde le última hoja y ¡boom! Ese fatídico momento fue el 31 de agosto. Ahí
empezó el desastre. Volví a escribir, con auténticas ganas de hacerlo bien,
desde que se ponía el sol hasta que amanecía. Mis padres se asustaron porque yo ya no salía de mi cuarto para nada
que no fuera comer. Ni a la piscina, ni amigos, ni móvil ni leches en vinagre. Colgué
esto en la puerta. Cuando me
sentía cansada o desinspirada, mis únicos rincones para la desconexión eran el
foro de LGG o tumblr, porque me había obligado a cerrar todo los demás. De vez
en cuando miraba SaM, el foro de rol más estupendo en el que yo haya estado,
pero no me metía porque sé que es mi perdición. Una de las tardes me miré
videos en youtube del tío más fotogénico del mundo y traté de parar en un
momento en el que saliera feo. Si os lo preguntáis, lo conseguí. Había siempre
un momento de bajón durante la tarde en el que tenía que bajar a la cocina a
ponerme las botas. Creé los combos. Y son lo más asqueroso que os podáis
imaginar. Me daba la gula y comía cosas como chocolate, pan de gambas, jumpers,
salchichón… pero seguidos. Lo peor de todo es que el estrés me ha hecho perder mucho
peso. Puede que digáis: ¡oh qué bien, y sin hacer ejercicio, comiendo como una
gocha! Pero lo cierto es que para mí eso es malo. Tengo una constitución ya de
por sí bastante delgada y no llego a los 50 kilos, os aseguro que es el mal que
después de dos minutos de carrera estés desfallecida. Eso juntado con mi asma
crónica, pues ya ves tú qué gracia me hace. He de reconocer que los momentos
más productivos seguían siendo los nocturnos. Hubo un día que directamente me
acosté a las once de la mañana. Creo que no me he sentido tan sola con esto
porque mi hermana también está estudiando y podía ir a hablar con ella cuando
no podía con mi alma. Solíamos bajar a las cinco y media de la madrugada a
tomarnos un Cola-Cao y… las conversaciones que teníamos… ya os podéis imaginar
mi demacre.
El
momento álgido vino el 5 de agosto, cuando
ya iba por el capítulo XII. A uno de terminar. Llevaba cuatro horas
bloqueada con la misma mierda de escena.
Cuando digo cuatro, DIGO CUATRO HORAS MIRANDO MAL A UN JODIDO WORD. Sed
conscientes de que había empezado seis días antes y era consciente de que el
tiempo era oro, no me podía permitir un bloqueo, literalmente. La clave fue lo
de siempre: la música. Me sumergí en los archivos oscuros de mi ordenador y
encontré un Word con un rol que masteé llamado Magia Negra. El único que he
hecho literalmente sola (ese rol me encantó) y lo que creo que le caracteriza
es que tenía una banda sonora genial. Encontré varias piezas buenas y los dedos
respondieron, las palabras salían solitas. Sin que tuviera que morderlas.
El
final fue lo mejor. Espero que me creáis
cuando digo que no lo tenía planeado. NADA. Salió como salió, y los que la lean
puede que piensen que no porque cierra todos los huecos, pero solo escribí lo
que me salía. Hubo un momento, a las cinco de la mañana (ya era 6 de
septiembre) en el que me puse a llorar. Mi hermana estaba en mi cama,
procastinando con su ordenador y yo estuve media hora llorando silenciosamente
sin que se diera cuenta. No lo había hecho en ningún momento de la historia y
creo que es necesario, porque si no te emocionas tú dudo que emociones a los
demás. Tardé alrededor de veinte minutos en escribir el párrafo más triste de
la historia y mis lágrimas se habían convertido en cataratas. Cuando hice un
poco más de ruido, se volvió y me miró en plan “Pero… ¿qué coño?” Decidimos que
era la hora del Cola-Cao. Ahí yo me empecé a descojonar mientras que lloraba, y
todo eso sumado a mi demacre formó una coalición única. No quiero saber qué es
lo que vio mi hermana esa noche. También me explicó que hacía años que no me
veía llorar y yo a lo WHAT. No soy una persona llorica, lo reconozco, pero eso
fue como una zambomba. Al terminar ella
se fue a dormir y yo volví al ordenador, a terminar con el capítulo XIII. Hasta
que terminé la historia, a las siete/ocho de la mañana. Así pues tardé una
semana, desde el 31 hasta el 6. Dejé un mensaje que ni yo entendí en twitter y
me fui a pegar una ducha. Ese día no dormí nada. Cuando abrí twitter seis horas
después casi me volví a emocionar por toda la gente que me felicitaba. En
serio, muchísimas gracias a todos que enseguida reaccionasteis.
Y nada,
ahora la historia está en manos de mis betas, después de una ojeada mía
anterior. Como son unos cracks se la van a leer en dos/tres días y yo podré recopilar
y enviarla el 10. Like a boss. ¡Ese es mi JsiF’14! ¿Qué tal el vuestro? :3
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