13.12.13

Just beat it

Ya había visto a ese grupo antes. Corriendo juntos, yendo a la U, ganando batallas, encendiendo petardos y reventando alarmas. Eran tres. Aún no había sido capaz de presentarse aún a ellos, pero había descubierto el nombre del chico de la piel oscura. Brandom. Había seguido los pasos de los tres, escondiéndose por los callejones, escuchando el ritmo de sus pisadas estallando contra el asfalto. Y le gustaban. No podía definirlo de otra manera, le gustaban. Su manera de vestir, de moverse, de sonar y de apagar los cigarrillos que no deberían estar fumando. La camaradería que se respiraba cuando estaban cerca. El olvidarse un rato. Harvey se movió rápido cuando les divisó. Esta vez era de noche e iban de negro y cargados con mochilas, pero ella les había encontrado. Estuvo callada y entendió rápidamente a dónde se dirigían: La nueva gasolinera. Se mantuvo en la retaguardia, intrigada. Aquel lugar estaba lejos de sus barrios, se estaban moviendo por tierras peligrosas. Asintió. Eso es lo que estaba esperando.
Se detuvo cuando detectó que aflojaban. Notaba la emoción en las piernas, que temblaban casi deseando lanzarse a bailar. Los chavales estaban tan concentrados en el plan que no se percataron de su presencia, como siempre. Sonrió cuando escuchó lo que se proponían hacer, sin pensarlo demasiado. ¡Sí! Que les jodieran a todos esos pijos que habían venido a colonizarlos. Esa era su calle. Ese era su barrio.
Todo fue muy rápido.
En un segundo, entraron. Ellos primero, Harvey se coló después. El hombre que estaba allí sospechó al instante al verlos separarse por los tres corredores y comenzó a mascullar maldiciones entre dientes. Fue ella la que le dio una patada cuando estaba a punto de hacer sonar la alarma. Los chicos se miraron entre sí, sin ser capaces de reaccionar. Fue el de la gorra el que respondió.
— ¡Coge todo lo que puedas y corre!
Siguió sus órdenes y extendió las manos hacia el mostrador, para salir a toda mecha después. No le dio tiempo a contemplar su botín, tres latas de Pringles que tenían la suerte de huir con la troupe.
— ¡Putos niñatos! —exclamó el hombre, ya recuperado de la sorpresa más que del golpe.
Para cuando avisó a la policía, media tienda se había desvanecido y ellos no estaban allí para escucharlo jurar y perjurar. Harvey corrió al lado de los muchachos, ayudándose de los atajos para confundir a sus perseguidores, de los cuales sus sirenas ya se escuchaban. Pero no podían atraparlos, porque se olvidaban de lo más importante.
La calle era suya.





11.12.13

C. Bukowski

          «My dear,
Find what you love and let it kill you.
Let it drain you of your all. Let it cling onto your back and weigh you down into eventual nothingness.
Let it kill you and let it devour your remains.
For all things will kill you, both slowly and fastly, but it’s much better to be killed by a lover.
                    Falsely yours.»