23.1.14

J. Hendrix

          «Music doesn't lie.
If there is something to be changed in this world, 
then it can only happen through music.»

13.12.13

Just beat it

Ya había visto a ese grupo antes. Corriendo juntos, yendo a la U, ganando batallas, encendiendo petardos y reventando alarmas. Eran tres. Aún no había sido capaz de presentarse aún a ellos, pero había descubierto el nombre del chico de la piel oscura. Brandom. Había seguido los pasos de los tres, escondiéndose por los callejones, escuchando el ritmo de sus pisadas estallando contra el asfalto. Y le gustaban. No podía definirlo de otra manera, le gustaban. Su manera de vestir, de moverse, de sonar y de apagar los cigarrillos que no deberían estar fumando. La camaradería que se respiraba cuando estaban cerca. El olvidarse un rato. Harvey se movió rápido cuando les divisó. Esta vez era de noche e iban de negro y cargados con mochilas, pero ella les había encontrado. Estuvo callada y entendió rápidamente a dónde se dirigían: La nueva gasolinera. Se mantuvo en la retaguardia, intrigada. Aquel lugar estaba lejos de sus barrios, se estaban moviendo por tierras peligrosas. Asintió. Eso es lo que estaba esperando.
Se detuvo cuando detectó que aflojaban. Notaba la emoción en las piernas, que temblaban casi deseando lanzarse a bailar. Los chavales estaban tan concentrados en el plan que no se percataron de su presencia, como siempre. Sonrió cuando escuchó lo que se proponían hacer, sin pensarlo demasiado. ¡Sí! Que les jodieran a todos esos pijos que habían venido a colonizarlos. Esa era su calle. Ese era su barrio.
Todo fue muy rápido.
En un segundo, entraron. Ellos primero, Harvey se coló después. El hombre que estaba allí sospechó al instante al verlos separarse por los tres corredores y comenzó a mascullar maldiciones entre dientes. Fue ella la que le dio una patada cuando estaba a punto de hacer sonar la alarma. Los chicos se miraron entre sí, sin ser capaces de reaccionar. Fue el de la gorra el que respondió.
— ¡Coge todo lo que puedas y corre!
Siguió sus órdenes y extendió las manos hacia el mostrador, para salir a toda mecha después. No le dio tiempo a contemplar su botín, tres latas de Pringles que tenían la suerte de huir con la troupe.
— ¡Putos niñatos! —exclamó el hombre, ya recuperado de la sorpresa más que del golpe.
Para cuando avisó a la policía, media tienda se había desvanecido y ellos no estaban allí para escucharlo jurar y perjurar. Harvey corrió al lado de los muchachos, ayudándose de los atajos para confundir a sus perseguidores, de los cuales sus sirenas ya se escuchaban. Pero no podían atraparlos, porque se olvidaban de lo más importante.
La calle era suya.





11.12.13

C. Bukowski

          «My dear,
Find what you love and let it kill you.
Let it drain you of your all. Let it cling onto your back and weigh you down into eventual nothingness.
Let it kill you and let it devour your remains.
For all things will kill you, both slowly and fastly, but it’s much better to be killed by a lover.
                    Falsely yours.»

24.11.13

Quién es monstruo

No tengas miedo.
Manual del Devoracorazones, capítulo XIII

Se podía decir que Pesadilla estaba cansada. ¿Por qué no, acaso no era cierto? Notaba cómo se rompía desde dentro, maldiciendo, cómo la muerte le ganaba la partida, callando, cómo cada vez que andaba se perdía, en silencio.
Se podía decir que Pesadilla estaba cansada, pero no tenía miedo. Porque nadie tiene miedo cuando sabe que vive en un mundo de monstruos.
El problema viene cuando no (o cuando no sabes diferenciar: quién es monstruo, quién no).


(bienvenidos al NaNoWriWeek)

5.11.13

Remember, remember, the fifth of November

Hablemos de lugares.
Hace ya tiempo que entré en un mundo mágico, en el que los límites de la imaginación solo se establecían cuando tu mente se cerraba a ellos. Un mundo virtual pero no por ello menos real. Un mundo al alcance de todos, un mundo en el que una cría podía refugiarse fácilmente de los problemas que la rodeaban y que asomaban de vez en cuando por su cabeza. Pero lo que hace que ese mundo sea mágico no es el lugar, son las personas. Las personas mágicas que allí encuentras, personas como C.

Hablemos de C.
Vivaz, elocuente, divertida y con una comicidad impresionante. Con una capacidad de escritura que puede robarte el aliento y una familiaridad que llega al corazón, C es una persona con la que enseguida te sientes a gusto. Como todos, también se enfada y de hecho, tiene un sentido crítico que saca a la luz de cuando en cuando. He ido adquiriendo una capacidad para deducir si está molesta o no, porque aunque lo encubra, yo lo noto. Puede que nos parezcamos en eso. C es maravillosa y más profunda de lo que aparenta normalmente. Con C he compartido cartas, mensajes, aventuras, vídeos y sueños, pero nunca abrazos; así que supongo que no es hipster quejarse por la distancia que nos separa, que lleva impidiendo que nos veamos durante casi tres años. Y, la verdad, me estoy cansando de ser tan cabrona con gente como ella. Porque si ella es la C de Chachi yo soy la P de Puta, y es normal, me lo merezco. Porque acabo apartando a toda la gente que me importa, porque me distancio y pierdo el norte, y si ellos no vienen a buscarme una y otra y otra y otra vez, ya no los encuentro (Soy así, C, lo sabes. De verdad que lo siento). Normal que acaben pasando. Pero lo que no saben ellos es que no me olvido de los que pasan por mi vida siendo un capítulo y no un triste párrafo. El caso es que estuve pensando en qué hacerle a C por su cumpleaños, el cuál fue el pasado 31 de Octubre. No quise dejar pasar la oportunidad de arreglar un poco nuestra falta de comunicación estos dos últimos meses. Terminé por decidirme en que lo mejor era esto y otra cosa, que llegará, aunque no sé cuándo.


(Hasta ese momento, se despide: Pom )


29.10.13

C'est ça Halloween!

Minuit sonne, c'est l'heure du crime
Bienvenue à Halloween!


1.10.13

Hey, brother

Qué pasaba con los que no podían moverse cuando empujaban, qué pasaba con los que, lejos de desgarrar y romper, bajan la cabeza y lo vuelven a intentar. Agrio se los come. Agrio se come a los Dulces.
—Dorian, o-oye.
—Qué. —Dime. Cuéntame.
—Tú... ¿tú crees que soy estúpida? —Day andaba agarrada a su carpeta, pegada al cuerpo, mirando al suelo. Era una buena manera de ocultar las heridas de sus brazos. Cuatro años y ya había aprendido eso.
—No lo dirás por lo de antes, ¿verdad? Sabes que bromeaba.
— ¡Oh! —Se rió—. No, no, n-no, claro que no. Es que algunas chicas me lo dicen en el cole.
Dorian se detuvo en medio de la calle, arrodillándose para mirar a su hermana a los ojos, y atarle los cordones de sus zapatillas destrozadas.
—Escúchame. El que te llama eso es el verdadero estúpido. No tienen ni idea de quién eres. Tú mándalas... —trató de buscar un destino poco fuerte para la niña— a la órdiga. No son bienvenidas, ni siquiera sabrán jugar al escondite tan bien como tú. —Day soltó la carpeta, abriendo los brazos con gesto interrogante. En busca de aprobación—. Anda, ven aquí.
Los dos hermanos se unieron en un abrazo, ahí, sin importarles la gente que pasara. Porque se daban pocos. Day se levantó, con ánimo renovado, y fuerza para lidiar la lucha unos meses más. O unos años, lo que fuera.
—De esto ni una palabra a Chris, ¿eh? 
—Ni u-una.
Agrio se come a los Dulces, sí, pero los Dulces siempre pueden alargar el momento. Siempre un poco más.


(oh, if the sky comes falling down
for you, there's nothing in this world I wouldn't do)